“AMARILLITO AMARILLITO. Así llamaba tía Sixta al ocre dorado que sacaban del barranco de tierra amarilla, en la finca de su familia, en la sierra de Garganta La Olla. Cuando era niña (ahora tiene 80 años), hacía los paquetes de amarillo para venderlos a las vecinas. Con esa veta, especialmente buena, se pintaron las paredes y los techos del pueblo. Tan solo mezclada con agua, quedaba fina fina. Había otra veta de otro barro más rojo y con ese se cocían tejas (quedan ruinas del horno). Más allá había barro blanco (…)”.
Los colores de las casas. Colores del Paisaje, proyecto de investigación de Mónica Bujalance, navega por la recuperación de los materiales constructivos de la arquitectura verata, en este caso a través de un acercamiento a los colores del interior de las casas: el amarillo, el negro, el blanco y el rojo.
Para Vera Creativa ha propuesto una investigación técnica; una jornada popular para aprender de las abuelas cómo hacían las brochas y las pinturas tradicionales y crear una exposición (formará parte de La Parigüela, exhibición itinerante de Vera Creativa) con los resultados de la investigación (muestras y recetarios).
Mónica nos cuenta que con colores minerales (con tierras de colores) se ha coloreado el mundo entero hasta la llegada de la revolución industrial. En la actualidad, el uso de pinturas y revocos naturales, producidos con tierra locales, es una técnica casi en extinción, a pesar de estar demostrada su calidad y durabilidad. La pérdida de oficios ha dado paso a la pérdida de técnicas y materiales de calidad artesanal. Las casas (y los cuadros) se pintan con pinturas de formulación y trazabilidad desconocida, en general pinturas plásticas derivadas de la industria petroquímica, con pigmentos sintéticos producidos por unas pocas multinacionales. Son pinturas fáciles de obtener y aplicar, pero, desgraciadamente, esto ha hecho que la riqueza cultura de los colores propios de cada lugar se pierda. Y no solo eso, además se ha perdido la calidad funcional. Cada veta de color aporta una MATERIA (el color es energía y es materia), con cualidades propias. La cultura constructiva histórica lo tenía en cuenta: ¿que sabemos de nuestros colores?
Para aplicar la pintura de tierra, se fabricaba una brocha hecha de henillo, una planta ligera y preciosa que crece en la sierra en el verano ,y que también se sembraba en las “callejas”. Con ella se hacía el escobillo, atado con mimbre. Ese se estrenaba limpiando las telarañas y los bichillitos. Se usaba para pintar y cuando se gastaba, se usaba de tiralíneas. La mujer que más mano tenía ayudaba a las vecinas a trazar el diseño interior de las líneas.
¿Qué historias hay tras el escobillo? La relación de Mónica con los y las vecinas de los pueblos de La Vera es estrecha, y está llena de anécdotas: “En el verano, éramos sobre todo las muchachas las que nos subíamos a la sierra a por el henillo. ¡Qué tiempos!, con eso hacíamos una brocha que se llamaba escobillo y todas las primaveras, vaciábamos la casa y le dábamos a la pared, con un barro amarillo que se sacaba también de la sierra. ¡Cómo olía la casa de bien!” Sonmemorias que nos interpelan, y provocan cambios en nuestros hábitos de consumo. Mónica nos transmite que desde que conoce este proceso, le apetece mucho “fabricar brochas y pinceles, y preguntarme , cuando los compro, si vienen del campo o vienen de China”.
“¿No es increíblemente elegante y preciosísima la composición de los colores en las casas antiguas veratas?” nos dice Mónica en el texto del proyecto. “Es importante señalar que estos acabados de pinturas de barro amarillo suponen una singularidad muy especial: no es común esta decoración ni esta técnica (no se suele pintar “solo” con tierra, esta tierra es única), por lo que es importante conocerla, saber más sobre sus cualidades, ya que una tierra, sin más ligantes adicionales, que aguante años y años en paredes y techos es de un gran valor y parece que nadie ha reparado aún en ello. Hablamos en este caso del interior de las casas, que pocas veces puede visitarse si eres turista, e incluso es desconocido para la población más joven de los pueblos, que ya no entran en las casas de los bisabuelos, que están generalmente en ruinas, o han sido rehabilitadas perdiendo estos revestimientos, que ya no se reproducen. Así estamos, poco a poco, perdiendo colores y materias propios, desdibujando los hilos con el paisaje, con la historia, con la cultura local, y con la alta calidad artesanal (las casas pueden durar cientos de años y garantizar la máxima salubridad y confort). Revisando los colores, tenemos el amarillo en partes altas y camaretas, los negros en frisos, cocinas y a veces en escaleras, el blanco en el resto, antes barro blanco, y en los últimos tiempos, encalado. Los rojos se ven en algunos zócalos. En los tiempos más recientes se incorporaron rojos Mazarrón (almagras), tierras verdes de la península, el azul del añil (una excepción orgánica, proviene de una planta, hay un proyecto de Índigo en La Vera), y el azul ultramar (el primer sintético de la historia)”
Localidades de intervención del proyecto: Valverde de la Vera y Garganta la Olla.
Mónica Bujalance. Es Arquitecta por la ETSAM (1996-2006). Sus primeros años profesionales los dedicó al diseño interior, al arte, y sobre todo al dibujo, el diseño gráfico, la infografía, el video, las instalaciones audiovisuales, el diseño interior ultramoderno. Tras la crisis del 2008 se hizo preguntas, y decidió comprometerse con sus acciones. Buscó conocimiento en la enseñanza no formal participando activamente en procesos colectivos de autogestión (puesta en marcha de la Tabacalera de Madrid, por ejemplo), enamorándose de la cultura popular y en particular de la albañilería tradicional gracias a las amigas y a maestros artesanos que le aceptaron como aprendiz. Tras algunos años trabajando como obrera en cuadrillas experimentales en el centro de Madrid, sitió la llamada de la naturaleza, y la curiosidad de la materia prima y se mudó a la sierra de Tormantos de La Vera extremeña para rehabitar un secadero de piedra que sigue siendo su hogar. En la actualidad trabaja como arquitecta en el medio rural, inmersa en una red de colaboraciones apasionantes.
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Eje 1. Artesanías conectadas: conexiones entre la artesanía tradicional y los nuevos lenguajes creativos. Visibilizar cómo han evolucionado las artesanías, como se mixturan saberes y cuáles son las potencialidades y sostenibilidad de los oficios artesanos en la comarca.
Fotos y video: Mario Moreno, julio 2023